miércoles, 1 de octubre de 2014

SOBRE LA COMUNICACIÓN INTRAESPECÍFICA


La vida a veces nos mima: además de dictar dos cursos, uno en Andalucía y otro en Cataluña, en las últimas dos semanas tuve el privilegio de exponer en la 2ª edición del Festival Holístico de Horses and Human y de participar en los primeros Encuentros Profesionales, también de Horses and Human. Hasta donde yo sé, es la primera vez que se lleva a cabo un encuentro así en castellano.
Encuentros Profesionales Horses and Human 2014. Foto © Ferran Ginebrosa 
Mi país natal y mi hogar, Colombia, tiene una extensa cultura ecuestre, pero no son muchos los profesionales que se esmeran por poner el bienestar del caballo por encima de ciertas prioridades humanas. En los eventos de H&H, me sentí muy agradecido por estar en compañía de tantos profesionales formados y talentosos, todos genuinamente preocupados por explorar formas más compasivas de adiestrar y cuidar caballos. Aprendí más de estos temas de lo que hubiera soñado, pero las lecciones que quiero compartir hoy pertenecen por completo al reino de lo humano.
A menudo decimos que estamos “por el caballo”, pero omitimos el hecho de que estamos por nosotros primero. Sí: criamos, compramos, levantamos y mantenemos caballos, elegimos dónde viven, qué (y, a menudo, cuándo) comen, y elegimos a sus compañeros por ellos. Y luego, elegimos qué enseñarles. Podríamos argüir que, en alguna dimensión, los caballos nos han elegido a nosotros. No diré que no. Pero en nuestro nivel consciente ordinario, nosotros somos los responsables. Así que quisiera hablar un poco sobre nosotros, la gente de caballos.   

LA DIVERSIDAD ES RIQUEZA

A lo largo de los Encuentros Profesionales y del Festival, hubo muchos intercambios entre profesionales. Pronto, no hablábamos tan solo de adiestramiento de caballos, sino de nuestros estilos de vida, nuestros retos fuera del picadero, nuestras perspectivas sobre el cuidado de caballos, equipos y, de mayor importancia para mí, la enseñanza de personas y el intercambio de retroalimentación entre profesionales. En verdad, yo había venido preparado para una buena cantidad de choque de egos y acusaciones, a juzgar por cómo la gente se comporta en los clubes ecuestres y en los foros virtuales. También esperaba que alguien se pasara antropomorfizando e interpretando las reacciones de los caballos para ajustarlas a sus teorías sobre el comportamiento de los caballos salvajes y el entrenamiento “correcto”. Hubo algo de eso y me incluyo— pero la dinámica general fue de personas que se escuchaban los unos a los otros con sinceridad, e intercambiaban opiniones, por diferentes que fueran, con respeto y mente abierta. Tuve la fortuna de conocer a tantas de estas personas en tan poco tiempo.
En el Festival Holístico Horses and Human 2014. Foto © O Liliana Sánchez
El mundo ecuestre actual está lleno de juzgamientos sobre lo que está “bien” o “mal”. “Las cabezadas sin embocadura son buenas”, “los bocados son malos”; “el barefoot es bueno”. “las herraduras son malas”, y así. Esta visión a menudo desemboca en agrias discusiones, en las que la gente denuncia las decisiones de los demás, y la responsabilidad se convierte en culpa. Las más de las veces, la gente termina predicando a los conversos. La mayoría de los profesionales que conocí en España fueron de otro tipo; del tipo que quiere difundir un  trabajo más consciente, compartir con diferentes personas del mundo del caballo, y aprender de ellos. Una oportunidad única para este tipo de intercambio son los cursos públicos.

En lo personal, valoro cada vez más los cursos públicos. Por unos días, tengo la oportunidad de conocer a personas de todo tipo, cada uno con sus propias motivaciones y su comprensión del caballo. Puedo escuchar preguntas que nunca se me hubieran ocurrido por mi cuenta; cuando intento responderlas, me llega una nueva comprensión de lo que hacemos con caballos. Ese aprendizaje se multiplica cuando dirijo a los practicantes a comunicarse con caballos, y vamos más allá de las palabras, fruto del pensamiento, y nos adentramos en lo espontáneo del lenguaje corporal. Cuando enseño, evito juicios del tipo “bueno vs. malo”. Encuentro que obstaculizan el aprendizaje, pues engendran culpa, vergüenza y antagonismo. Más bien, procuro pensar en términos de consciencia, conocimiento, causalidad, estilos de comunicación y, particularmente, prioridades.

¿CUÁLES SON TUS PRIORIDADES?

Tuve una alumna que me escribió varias semanas antes de un curso, porque no sabía si valdría la pena para ella venir con su yegua. Me dijo que ya había hecho algo de trabajo en libertad empleando técnicas de un entrenador conocido, y quería saber si yo iba a enseñar cómo controlar los pies del caballo y así. En la línea de publicaciones recientes en el Independent Liberty Trainers Network, le expliqué mi definición del Adiestramiento en Libertad, que parte de una base bastante opuesta al control. Ella pronto vio la diferencia entre nuestra definición de libertad y la que ella conocía, en la que se empieza con aperos y requiere que el entrenador mantenga la atención del caballo constantemente enganchada en él (de acuerdo con la descripción que ella me dio). La alumna fue muy generosa al traer a su yegua al curso, permitir que otros jugaran con ella, y hacerlo ella misma delante de todos. Su yegua tiene unos modales maravillosos, y está claramente vinculada a ella. Cuando vio que todos, incluyendo a su dueña, no estábamos allí para pedirle comportamientos entrenados, que la dejábamos ser quien ella quisiera ser, eligió quedarse cerca de nosotros, dándonos la espalda, mirando a lo lejos calmadamente. La yegua participó de buen grado en interacciones con los practicantes, pero eventualmente volvió a ese estado contemplativo, cerca de nosotros y sin embargo, muy lejos. Consistentemente pidió pausas de esta forma. Su dueña se mostró muy abierta y confiada mientras yo dirigía sus movimientos con su yegua. Este fue un reto único para mí, pues no siempre era fácil mantenerse al margen de los movimientos entrenados que ya salían solos –a las dos! Me esmeré en mantener las interacciones espontáneas y libres, y la dueña hizo un gran trabajo de dejar ir sus hábitos de entrenadora y abrazar la lógica del Adiestramiento en Libertad.
Siendo examinado durante el curso en Málaga. Foto © O Liliana Sánchez
Esta experiencia me sugirió que las transformaciones actuales en el mundo de la gente de caballos no se tratan tanto de correcto vs. incorrecto, sino más bien de volvernos conscientes de nuestras motivaciones y prioridades. Las personas a las que les gusta entrenar a un caballo con aperos para que eventualmente lleve a cabo rutinas de movimientos estando suelto, pueden estar buscando obediencia, exactitud, un espectáculo, o alguna otra meta válida. Lo que siento que me mueve a mí a trabajar en libertad es explorar relaciones con caballos construidas sobre la premisa de que ellos pueden evitar mi entrenamiento si quieren, y que yo no me inmutaré. Si juegan conmigo, es porque lo eligen. Personalmente, hallo esto fascinante para nosotros los humanos y extremadamente beneficioso para los caballos que entrenos; especialmente si más tarde estarán en manos de personas que no practican el Adiestramiento en Libertad. Hay mil razones diferentes por las que estar con caballos. Creo que el primer paso hacia encontrar la mejor manera para nosotros consiste en preguntarnos: ¿cuáles son mis motivaciones?
Esta pregunta se relaciona directamente con los eventos que mencioné al principio, y con gente de caballos intercambiando conocimientos.

EL TONO ES PARTE DEL MENSAJE
Sesión de preguntas durante el curso en Cataluña. Foto © O Liliana Sánchez

Como profesor y adiestrador en libertad, probablemente sea por deformación profesional, pero una de mis principales prioridades al intercambiar conocimientos es la emoción subyacente. ¿Tengo en cuenta los sentimientos de mi interlocutor? ¿Lo escucho mientras habla, o estoy tan sólo preparando mi respuesta? ¿Hago lo mejor que puedo para que le llegue mi mensaje? ¿Está él haciendo lo propio? ¿Nos mostramos la misma cortesía que intentamos mostrar a los caballos?


Por mi experiencia como instructor de técnicas mentales para desarrollar la memoria y la capacidad de aprendizaje, y enseñando lenguas extranjeras por más de diez años, sé que la emoción juega un rol de suma importancia para ayudarnos a retener nuevos conocimientos. También sé que un nuevo comportamiento –sea hablar una lengua extranjera, adoptar un hábito saludable o saltar un obstáculo—se aprende mejor cuando se asocia a un refuerzo positivo: una recompensa que aparece cuando se lleva a cabo el comportamiento deseado. Lo contrario sería el castigo positivo: un estímulo aversivo, que aparece cuando se efectúa un comportamiento indeseado. Cuando miramos el trabajo de otra persona y principalmente señalamos lo que está mal, puede que queramos ayudarlos a mejorar, pero lo cierto es que nuestra atención –y, por consiguiente, la suya—se enfocarán en el fallo, en lugar de la alternativa. Yo intento cuidar tanto mis palabras como el tono que empleo, el lugar desde el cual hablo, pues todos tienen efectos emocionales. En mi propia experiencia como profesor, los humanos en general somos seres sensibles, que aprendemos mejor a través del refuerzo positivo, no tan bien a través del castigo positivo… ¿Suena conocido?