miércoles, 5 de mayo de 2010

El caballo de silla se hace desde el suelo, I

Escribiendo esta entrada, me di cuenta de que tengo que hablar más del trabajo en suelo antes de pasar a su traducción al trabajo montado.
El trabajo en suelo sin medios mecánicos tiene un potencial grandísimo para cualquier entrenador o jinete, pues desde esa posición, más igualitaria, evitamos las interferencias y bloqueos que suponen los bocados, espuelas, y otros elementos de control sobre el caballo.

En esta imagen mantengo al entero quieto y a distancia con mis gestos, usando la cuerda como una señal, sin halar para conseguir el avance.



Y aquí, le pido que avance, siempre con la cuerda suelta.



Los aperos que sirven para controlar mecánicamente a un caballo, precisamente por eso, nos impiden relacionarnos realmente con el animal.
Un ejemplo claro se da cuando alguien está trabajando a la cuerda con riendas de atar fijadas a un filete. En esa situación, poco importa cómo se esté sintiendo el caballo, si se siente indispuesto y quiere descansar, si está lleno de energía y desea correr, o si prefiere estar con su conductor en lugar de dar vueltas de un cierto diámetro al trote. El hierro en su boca, las riendas, la cuerda y la fusta, le imponen un marco de movimiento – en el mejor de los casos por condicionamiento, si no, por intimidación, o aun por dolor. Por supuesto, las herramientas sólo son tan buenas o dañinas como las manos que las emplean. Las embocaduras son la excepción a esta regla, como lo explico en esta nota.

Cuando no tenemos en nuestras manos nada que nos permita coartar mecánicamente el movimiento del caballo, y cuando empleamos la fusta como una ayuda visual, y no como un instrumento de castigo, todo cambia. Para bien.

El caballo suelto se muestra tal y como es. Sus movimientos y su actitud nos dejan ver su estado de ánimo más claramente que cuando está aperado, y esto constituye una base más real y clara sobre la cual fundamentar el entrenamiento. Sin importar la etapa de entrenamiento en la que se encuentre el caballo, cuando éste se siente sin ataduras, gana confianza y se relaja. Y el miedo, se sabe, es el mayor obstáculo para el aprendizaje. Y la mayor causa de accidentes ecuestres.
Por otra parte, los caballos se sensibilizan a nuestros movimientos y reaccionan a ellos con una rapidez sorprendente. Finalmente, cuando un caballo experimenta la comunicación con un humano en su propio lenguaje, crece su respeto, no sólo por su conductor, sino por la gente en general.
Al entrenar al caballo desde la armonía, y no desde la oposición, aprovechamos su instinto natural de sincronizarse en movimiento. Si sabemos ganarnos su confianza y respeto, aprenderá rápidamente a sincronizar sus movimientos con los nuestros.

Con todo lo anterior en mente, fui desarrollando mi lenguaje con los caballos, estudiando todo lo que podía sobre su psique, y ejercitándome en la danza del picadero, como un jinete en su asiento. Esa exploración la continúo hoy en día y, como a todo lo que realmente vale la pena, no le veo final.
Pocas semanas después del video de la entrada anterior, grabé éste, que muestra varios aspectos de esta etapa del entrenamiento.

Adiestramiento de caballos mediante lenguaje corporal from Martin Contreras on Vimeo.



Lo titulé “Doma en Libertad”, pero ahora sé que es más exacto llamarlo “Adiestramiento mediante lenguaje corporal”. Esto se debe a la definición original de la expresión Liberty Training, entrenamiento en libertad, de la que hablaré más adelante.

3 comentarios:

Nicolás dijo...

!Espectacular!

céline dijo...

Estoy muy contenta ver lo que haces! Lo descubro y me parece muy bonito. Buena idea ese blog!
Hasta otra publicacion!
Céline

nicolasfelipe dijo...

¡me encanta y me sigue encantando!

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